El cargamontón contra la Comisión Lava Jato se sustenta en una sola palabra: MIEDO.
Hay demasiados intereses detrás de la desactivación de la Comisión Lava Jato. Quieren frustrar la emisión del informe final previsto para antes del 4 de julio, que involucra a 41 megaproyectos ejecutados desde el 2004 por las empresas brasileñas Odebrecht, Camargo Correa, OAS, Queiroz Galvao (así como por sus consorciadas peruanas) en las que hubo el escandaloso sobrecosto de 3 mil millones de dólares (al tipo de cambio de hoy, aproximadamente 10 mil millones de soles). ¡Nos han robado burdamente en nuestras narices y no tenemos mejor idea que atacar a una Comisión que, a pesar de sus innumerables enemigos y naturales trabas de aquellos que se sienten acorralados, ha seguido adelante con su investigación! ¡Ellos han trabajado!
Diez mil millones de soles es una cifra sideral para un país pobre, ineficiente e informal, que tiene que recurrir al incremento de los impuestos al consumo o a impactar a quienes menos ganan para intentar equilibrar su “dispendio (caja) fiscal”.
Un grupo de detractores liderado por el presidente del Poder Judicial –quien no se cansa de desmerecer el trabajo de Rosa María Bartra y su equipo, apoyándose en emblemáticos voceros como La República y Diario Uno– dirige esta infructuosa campaña de aniquilamiento. Como carecen de fundamentos sustanciales para desprestigiar la labor de la Comisión, apelan a elementos efectista como hacer follón por el supuesto altísimo costo del personal contratado a tiempo completo, para analizar y procesar la inagotable información y documentos recibidos por la Comisión. ¿Olvida el señor Rodríguez que el rol de control y fiscalización del Congreso es un reflejo de un sano sistema democrático o es que su afán de protagonismo le nubla la razón?
¿Solo motivos de austeridad justificarían su disolución? Difícil creer en ese lánguido discurso, cuando los gastos superfluos del Estado se multiplican a pesar de las promesas del ministro Tuesta. La cantidad de asesores y portapliegos nombrados por este último Gabinete es infinita. El Peruano necesita una edición especial para publicar las Resoluciones. ¿Cuánto cuestan los gabinetes descentralizados y qué es lo que realmente logran? La cercanía con la gente es importante pero no se come y tampoco reduce la anemia.
¡Además, existe una vergonzosa incoherencia! Por un lado, se rasgan las vestiduras como abanderados de la lucha contra la corrupción y, por el otro, dedican páginas enteras a “denunciar” gratuitamente a la Comisión Lava Jato por la contratación de treinta asistentes por un costo de 213 mil soles mensuales. Es un monto diminuto para los resultados alcanzados, aún más si lo comparamos con otros costos de nuestro pesado aparato estatal.
Por ejemplo: la polémica congresista María Elena Foronda o el irresistible parlamentario Bienvenido Ramírez le cuestan al país –al bolsillo del contribuyente– más de 800 mil soles anuales, además del seguro médico, canasta navideña, viajes y todas las demás gollerías y excesos de los que gozan nuestros padres de la patria. Me pregunto si esos personajes han aportado algo al país además de vergüenza.
Por todo lo anterior, señora Montenegro, tenemos que recordarle que es muy fácil criticar desde la tribuna o deshacerse en excusas para justificar su inasistencia a las comisiones de las que es miembro. Nadie niega que más divertidos y populistas son los viajecitos con el presidente… pero debo recordarle que su compromiso con el Congreso siempre debe prevalecer. Finalmente, quiero preguntarle por qué no ha sido capaz de convencer al clan Acuña –de la que es fiel escudera– de promover su incorporación a la Comisión Lava Jato en reemplazo de Marisol Espinoza. Le hubiera permitido ganar credibilidad y poner en práctica todas sus recomendaciones.
Desde afuera, señora congresista, su palabra y la de todos los ácidos, temerosos o interesados lenguaraces está muy devaluada.