Ollanta Humala: la situación política ya está fuera de su control.
El presidente Humala ha tenido tres derrotas políticas determinantes en menos de veinticuatro horas. En orden cronológico, la primera fue la renuncia del congresista Sergio Tejada al partido de gobierno. Tejada no ha sido cualquiera en el entorno de Ollanta Humala y Nadine Heredia: dada su cercanía con la pareja presidencial, fue designado como inquisidor en el Congreso contra Alan García. Su renuncia es un duro golpe para sus mentores porque había llegado a ser el instrumento de sus deseos. Y la ruptura deja sin piso político los resultados de la megacomisión que presidió.
La segunda derrota del presidente ha sido la cancelación de su viaje a Costa Rica para asistir a la cumbre de la CELAC. El presidente canceló simplemente porque supo, en el fragor del pleno extraordinario que él mismo convocó para ponerse la soga al cuello, que no tenía los votos para la autorización. En otras palabras, el Congreso le iba a denegar el permiso. Así, para no hacer más amarga la derrota que le esperaba más tarde, desistió del viaje ahorrándose la votación. O sea, el presidente logró romper el consenso que desde 1980 había tenido el Ejecutivo en el Congreso respecto a la autorización de viajes presidenciales al exterior. Nunca mejor dicho: el presidente ya no tiene votos ni para algo tan simple como viajar.
La tercera y última derrota estaba cantada. La derogatoria apabullante de la “Ley Pulpín”, con la fragmentación de su propia bancada en la votación y una quinta marcha de miles de jóvenes en las calles. Aunque políticamente sea la menos importante de las tres derrotas, porque desde hace tiempo la ley ya se daba por muerta, el presidente se encargó de amplificarla cuando convocó al Congreso para que “resuelva” un problema que él no lo quiso resolver.
En síntesis, la cara de funeral del presidente en una entrevista el lunes por la mañana lo dijo todo: la situación política ya está fuera de su control.