Todo parece indicar que es inminente el indulto presidencial a Alberto Fujimori, quien lleva recluido once de los veinticinco años a los que fue condenado por los crímenes de Barrios Altos y La Cantuta, entre otros. La decisión es de exclusiva responsabilidad del presidente de la república, pues se trata de una prerrogativa constitucional absoluta del jefe del Estado.
Así las cosas y dado lo controvertido de la medida —tal como lo demuestran las encuestas—, el presidente deberá responder solo ante su conciencia al momento de estampar su firma en el indulto. De hacerlo habrá que reconocerle al presidente Kuczynski el valor de su decisión política, pues estar en sus zapatos es difícil para cualquiera.
Para el presidente es importante considerar que sus críticos estarán, como es obvio, entre los activistas y ONG de derechos humanos cuya presión es terrible. Aunque, después de que los principales capitostes de estas ONG reconocieron que avalaron la candidatura del «capitán Carlos», su credibilidad están por el suelo. Esto significa que sus críticas y manifiestos contra la medida estarán signadas por el descrédito, el fariseísmo y la hipocresía. Y, en efecto, no deja de ser el mejor momento para el presidente tomar esa medida teniendo a sus principales opositores y críticos en su peor momento.
Resulta evidente que en el otro platillo de la balanza está más de la mayoría del país, que apoyará la medida por distintas razones. Una de las principales es porque percibe que Alberto Fujimori ya pagó por sus delitos o simplemente por razones humanitarias. Más importante es que la mayoría que tiene Fuerza Popular en el Congreso tendrá que bajar los decibeles del control político para no ser malagradecidos. Y en eso parece que hay bastante consenso en los Pasos Perdidos.
En cuanto a los hermanos Fujimori, saldrán ganando a su padre. Políticamente, habrá que ver cómo se recompone el fujimorismo con la libertad del «líder histórico». Por este lado, me aventuro a asegurar que el liderazgo de Keiko Fujimori sobre su bancada quedará incólume. Con relación a la imagen de ambos frente a la opinión pública, Kenji será el hijo que estuvo batallando por la libertad de su padre. Por otro lado, Keiko aparecerá como la estadista que cumplió su palabra de campaña electoral, a saber, no usar su inmenso poder político para liberarlo.
Cabe destacar que, desde que el presidente Kuczynski asumió su mandato el 28 de julio de 2016, el tema de la libertad de Alberto Fujimori nunca fue puesto en agenda por Fuerza Popular. Incluso la bancada mayoritaria votó contra una ley que pretendía favorecerlo con una prisión domiciliaria por ancianidad. Es decir, nadie podrá achacarle a Fuerza Popular ni a Keiko Fujimori arte ni parte en el indulto de Alberto Fujimori.
Finalmente solo cabe esperar, por el bien del país, que cuando se produzca la medida el presidente Kuczynski aproveche al máximo el respiro político que tendrá en el Congreso. Se espera que tome la iniciativa gubernamental para proporcionar a su mandato de la estabilidad necesaria para los próximos cuatro años.