En el Frente Amplio donde se pone el dedo salta la pus. Nuevamente, un informe periodístico (esta vez del dominical Panorama) ha dado aviso del filoterrorismo de dicha agrupación política.
Resulta que la legisladora María Elena Foronda contrató como asistente personal en su despacho a Nancy Madrid Bonilla, sentenciada a dieciocho años de prisión por haber formado parte de la cúpula del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA).
Madrid Bonilla –quien gracias a Foronda recibe un sueldo desde julio del 2016 producto del dinero de todos los peruanos– era la administradora de las “cárceles del pueblo”, cloacas infrahumanas donde los secuestrados de los emerretistas eran sometidos a las más crueles torturas hasta que pagaran su rescate o, como generalmente ocurría, hasta que estos expiraran.
Ahora entendemos por qué la congresista izquierdista votó en abstención sobre la iniciativa que prohibía que los sentenciados por terrorismo ocupen cargos en el aparato estatal. Todo por su amiguísima y mano derecha emerretista.
Lamentablemente no es novedad el agrado –y hasta admiración– que algunos miembros de la bancada liderada por el excura Marco Arana manifiestan por los delincuentes que desangraron el país en la década pasada.
El legislador Rogelio Tucto, por ejemplo, no tuvo el menor reparo en declarar hace unas semanas que el genocida senderista Abimael Guzmán tendría que ser indultado para que el país consiga así una verdadera “reconciliación nacional”. “Si excarcelaron a Alberto Fujimori, ¿por qué no al camarada ‘Gonzalo’?”, se preguntaba Tucto.
De igual forma su colega Justiniano Apaza opinó meses atrás que los comandos Chavín de Huántar no eran héroes y que los terroristas del MRTA eran “presos políticos”.
Este mismo parlamentario también le abrió las puertas de su partido político a Peter Cárdenas, número dos del MRTA: “Nosotros somos democráticos, no distinguimos a las personas. Frente Amplio es de todos los peruanos. Desde el momento que tiene la libertad, tiene la facultad de participar en política”.
El terrorismo – ahora en saco y corbata– ya tomó por asalto el Palacio Legislativo sin que nadie se digne a hacer nada al respecto. Ya no se trata de hechos aislados.
La Comisión de Ética, pese a todos los cuestionamientos en su contra, tiene que actuar de inmediato y sancionar drásticamente a estos supuestos “padres de la patria”.
Que no les tiemble la mano porque la única diferencia entre ciertos parlamentarios del Frente Amplio y los terroristas es que los segundos sí tuvieron el cuajo de levantarse en armas, llevando a la práctica el discurso subversivo.
Los primeros, mientras tanto, solo se quedaron cobardemente en la teoría. ¿Se imaginan a los oscuros personajes que laborarían hoy en el Gobierno si Verónika Mendoza hubiese sido elegida presidenta?