Quienes tuvieron a un gobernador y a un alcalde DEMÓCRATAS que no le prestaron ninguna importancia a la peste china fueron los ciudadanos de Nueva York, el estado más afectado por el coronavirus.
Los caviares tienen todos el mismo patrón de deshonestidad intelectual y moral que consiste, precisamente, en erigirse como pontífices intelectuales y morales y apañarse unos a otros por cuestiones ideológicas. Un tal señor Radzinsky tuitea: “Estados Unidos supera los 20,000 fallecidos por COVID-19 (aprox. 19% de las muertes registradas en el mundo) y en ascenso. Tienen cientos de hospitales equipados y excelentes centros de investigación, pero también un presidente que se burlaba de la enfermedad hace solo un mes”.
Trump, es cierto, en un mitin político relativizó la importancia de un virus que aún no llegaba a Estados Unidos. Según Catherine Triomphe (AFP), son casi 160 mil casos confirmados del nuevo coronavirus en el Estado de Nueva York, más que en cualquier país del mundo, y cerca de 8,000 muertos. En otras palabras, Nueva York es el foco principal del coronavirus en todo Estados Unidos. Lo que no dice el señor Radzinsky –si de boca grande hablamos, se parecería mucho a Trump– es que el Estado de Nueva York es gobernado por el demócrata Andrew Cuomo y la ciudad de Nueva York está dirigida por Bill de Blasio, dos estrafalarios personajes que pugnan cada uno por ser más “progresista” que el otro.
Catherine Triomphe afirma en su crónica que “el 2 de marzo se confirmó el primer caso en Nueva York y al día siguiente, cuando se detectaba otro en New Rochelle, en los suburbios el gobernador Cuomo afirmó (como el señor Radzinsky) que la ciudad tiene “el mejor sistema de salud del planeta”. “No pensamos que la situación aquí pueda ser tan mala como en otros países”, dijo entonces.
Tras muchas dudas, el alcalde Bill de Blasio anunció el cierre de las escuelas públicas, bares y restaurantes el 16 de marzo. El gobernador decretó el confinamiento y el cierre de todas las actividades no esenciales una semana después: el 22 de marzo.
Las fechas lo dicen todo. Quienes tuvieron a un gobernador y a un alcalde que no le prestaron ninguna importancia a la peste china fueron los demócratas Cuomo y De Blasio. El alcalde reaccionó recién luego de 14 días desde el caso cero en NYC, y el gobernador luego de 20 días. Fue en ese lapso en el que la ciudad de Nueva York se contagió hasta llegar a los 8,000 fallecidos, personas que hoy ya no pueden escuchar las tranquilizadoras palabras de esperanza por parte del gobernador demócrata y del alcalde demócrata, el cual acaba de suspender la enseñanza pública hasta junio.
¿Y Trump? La OMS recién declaró al coronavirus como pandemia el 11 de marzo, dos meses y medio después de que el 31 de diciembre de 2019 China revelara la existencia de un foco de casos de neumonía en Wuhan, en la provincia de Hubei.
La misma OMS ha hecho una cronología de sus acciones ante las críticas totalmente válidas de los Estados Unidos y de Trump. ¿Y cómo no? “El 10 de enero, la OMS divulga una guía técnica, dirigida a los 194 Estados miembros de la organización, sobre cómo detectar, hacer pruebas y gestionar potenciales casos. En ese momento, los datos científicos apuntan a ‘una transmisión de humano a humano NULA o limitada’. Es decir, ¡DIEZ DÍAS después del anuncio oficial de China de la existencia del coronavirus, la OMS decía que no había peligro en transmisión del virus de humano a humano!
Recién “el 22 de enero, constatan la transmisión entre humanos en Wuhan, si hay un contacto próximo, como dentro de una unidad familiar y en el marco de la atención médica, aunque matizan que ‘se necesitan más investigaciones para entender el mecanismo completo de esta transmisión’”. Ante la insistencia de varias voces expertas en epidemias de que el nuevo virus se declare pandemia, la OMS se niega y apenas propone “el 30 de enero que la epidemia del nuevo coronavirus es una ‘emergencia de salud pública de alcance internacional’”. Solo “el 11 de marzo, la OMS declara la pandemia pese a que, subraya, el ‘90% de los casos se hayan registrado únicamente en cuatro países, 81 países no hayan registrado ningún caso y 57 países hayan detectado 10 casos o menos’”.
Es decir, es la misma OMS la que le quita importancia a la propia declaración de pandemia. ¿Tiene o no tiene razón Trump en criticar a la OMS como la gran responsable mundial de no haberle dado a esta tragedia la importancia que tenía? ¿Y si no lo hizo la propia OMS, cómo se le podía pedir a Trump que no le diera él mismo la importancia que la misma OMS no le daba? Por el contrario, Trump, haciendo caso omiso a la recomendación de la OMS de que era innecesario interrumpir el contacto aéreo con China, ordenó ese mismo día el cierre aéreo con ese país y luego con todos los países europeos con excepción de Gran Bretaña.
La NBC acaba de decir que China engañó al mundo con la data del nuevo virus, y que sabía de su existencia desde noviembre del 2019. También desbarata la tesis de los diarios caviares New York Times y Washington Post de que Trump debía saber del peligro que se cernía sobre Estados Unidos por reportes de inteligencia del Ejército de los Estados Unidos sobre el virus, ante las implicancias que podía tener este en sus fuerzas armadas acantonadas en Asia. Lo cierto es que si la OMS no había dicho nada antes de esos informes de inteligencia, Trump ni ningún mandatario del mundo tenía por qué prever la catástrofe que se venía.
Es decir, el argumento del NYT y el WP es falaz, tanto como el de los caviares que le echan la culpa a Trump de una tragedia cuya responsabilidad es de la OMS en el mundo y de los demócratas Cuomo y De Blasio en Nueva York. En cuanto al señor Radzinsky, que pontifica desde el tuiter contra “los que critican y no suman” con referencia a las políticas de salud pública y a las medidas de Vizcarra, un poco más de información y menos politiquería no le caería mal. El señor Radzinsky debería considerar todos los factores antes de lanzar críticas que no toman en cuenta el contexto completo. La crítica de Radzinsky parece más un intento de desviar la atención de las fallas sistemáticas en la respuesta global y local a la pandemia.