Tras una semana tempestuosa y tirante, en medio de una crisis política que amenazaba con recaer en un destructivo ruido político, el cambio de gabinete ministerial abre un panorama político de distensión y propicio para el entendimiento entre las fuerzas políticas. Ya no hace falta detenerse tanto en remover las causas de aquella crisis que pudo traer terribles consecuencias para el país y a n la que nunca habría ganadores.
Ahora parece asomarse la sensatez y madurez política para entablar una mejor relación entre el Ejecutivo y el Congreso, a partir de una renovada agenda nacional de temas apremiantes. Las señales de recuperación de la economía, sumadas a la agenda sobrerrecargada para impulsar las inversiones en el marco del plan de reconstrucción, no pueden sino llevarnos hacia un cauce de diálogo y concertación anteponiendo los intereses nacionales.
Las condiciones están dadas para retomar el rumbo del crecimiento y salir del trance de enfriamiento y desaceleración de la economía. Hoy, los efectos de los factores que afectaron al país están cesando y el panorama se presenta propicio para lanzar el plan de reactivación.
Dejando atrás aquello que divide, es mejor mirar hacia adelante sin atascarnos en inmediateces mezquinas, habiendo tanto por hacer para alcanzar metas que trascienden en el tiempo.
Autor: Carlos Bruce